La importancia de pertenecer a una red o espacios colectivos: el aprendizaje horizontal

Tres mujeres uniendo sus manos sobre una mesa de trabajo, simbolizando colaboración y confianza, con el logo de COMETA al fondo. Imagen que representa el concepto de aprendizaje horizontal en redes y espacios colectivos.

Los espacios de aprendizaje horizontal son esenciales y útiles para las redes y espacios colectivos porque reconocen que todas las organizaciones contamos con saberes y herramientas valiosas construidas desde nuestra experiencia cotidiana. Al centrarse en un intercambio entre pares, estos espacios promueven la construcción colectiva, fortalecen los vínculos entre organizaciones y generan soluciones contextualizadas. Este tipo de aprendizaje permite reflexionar, adaptar y transformar nuestras prácticas y, por consecuencia, nuestras estrategias de incidencia.

Amalinalli Martínez, consultora junior en COMETA

Desde hace tiempo, una de las herramientas de articulación que hemos cultivado para fortalecer el poder colectivo y político es la conformación de redes entre organizaciones de la sociedad civil. Las redes y espacios colectivos nos permiten crear espacios de aprendizaje a través de talleres, capacitaciones y otras herramientas de formación que se potencian gracias a la fuerza de lo colectivo.

¿Qué beneficios aportan los espacios colectivos?

Estos espacios colectivos de aprendizaje son especialmente valiosos porque las redes reúnen diversidades: de territorios, estrategias, capacidades, formas de articulación, etc. Uno de los intercambios más enriquecedores que se da en las redes es el aprendizaje horizontal, ya que ocurre entre pares, donde no hay solamente una experta o experto , sino experiencias diversas que se comparten desde la práctica

El conocimiento que nace de la experiencia permite compartir saberes situados y adaptables a contextos similares. Además, el aprendizaje horizontal  resalta la escucha activa entre iguales y abre diálogos y toma de decisiones sobre temas compartidos. 

Las redes de organizaciones que se articulan en torno a temas comunes, encuentran en el aprendizaje horizontal una herramienta clave para: 

  • Reunir miradas diversas (formas distintas de hacer)
  • Identificar prioridades desde los territorios
  • Fortalecer el pensamiento estratégico colectivo
  • Detectar patrones, tensiones y oportunidades comunes

Este espacio no sólo permite compartir conocimientos, también genera una cultura organizativa más abierta, participativa y reflexiva, donde se prioriza el diálogo y se valora la construcción colectiva de sentido común.

Hablar de aprendizaje horizontal es poner en el centro una forma distinta de construir conocimiento. Es reconocer que no hay una sola voz que enseña y otras que aprenden, sino múltiples voces que dialogan desde sus realidades, conocimientos y recorridos

Es alejarse de la lógica de transferencia unidireccional para dar lugar a un intercambio entre iguales, en donde cada parte tiene algo que aportar y algo que transformar. 

Por eso, los intercambios de saberes entre pares no sólo son necesarios, son fundamentales para la organización colectiva. 

Nos permiten parar a reflexionar sobre el trabajo cotidiano, repensarlo, fortalecerlo y adecuarlo. Esto también implica una disposición a revisar nuestras certezas, abrirnos a otras miradas y asumir que el conocimiento es dinámico y se construye en colectivo.

¿Qué condiciones favorecen que los espacios de aprendizaje horizontal cumplan su función?

Para que estos intercambios florezcan y potencien la construcción colectiva es necesario:

  • Cultivar la confianza para hablar desde la experiencia sin temor a juicios.
  • Propiciar dinámicas participativas donde todas las voces sean escuchadas.
  • Acompañarnos por una facilitación sensible y perspicaz, que construya la reflexión desde nuestras realidades y valores. 
  • Procurar la sistematización del intercambio colectivo para que circule entre quienes participan y pueda ser recuperado más adelante.

Cuando estas condiciones están presentes, los espacios colectivos se transforman en verdaderos laboratorios de aprendizaje horizontal. No porque estén llenos de expertos, sino porque cada organización trae consigo una experiencia valiosa, una forma de resolver, un saber construido en la práctica

Compartir esos saberes enriquece a las demás, pero también permite ver con nuevos ojos la propia práctica, ponerla en perspectiva, fortalecerla o reorientarla. Cuando el aprendizaje horizontal forma parte del quehacer cotidiano de las redes y organizaciones, se fortalecen sus capacidades colectivas

Se construye un sentido y una visión común, compartida por todas, que inspira y genera creatividad para hacer frente a los desafíos.

¿Qué espacios compartes que podrían transformarse en espacios de aprendizaje colectivo?

Quizá no sea necesario integrarnos a algo nuevo, sino mirar con otros ojos los espacios de los que ya formas parte. Los aprendizajes horizontales son también una apuesta política. 

Una forma de habitar los espacios colectivos desde la escucha, la reciprocidad y el reconocimiento mutuo. En un contexto donde los desafíos son complejos y cambiantes, volver a tejer saberes desde lo colectivo puede ser no sólo una estrategia de fortalecimiento, sino también un gesto de cuidado y sostenibilidad. Así, el aprendizaje deja de ser una acción puntual para convertirse en una práctica continua y sostenida, que se arraiga en la cultura de la red o colectivo y contribuye a su sostenibilidad en el tiempo.

Si estás pensando en potenciar las articulaciones de las que eres parte y construir aprendizajes colectivos, desde COMETA podemos acompañarte. Hemos acompañado a organizaciones en procesos de reflexión colectiva y pensamiento estratégico para ayudarles a navegar con mayor claridad en su día a día. Te invitamos a leer también: Cómo trabajar la visión estratégica en Sociedad Civil.