Los movimientos feministas en América Latina han sido claves para conquistar derechos y avanzar hacia la igualdad de género. Su fuerza colectiva ha generado cambios enormes en la región y también ha influido a nivel global. Sin embargo, lo que hemos visto en los últimos años es que estos logros se enfrentan a amenazas crecientes: el cierre de espacios cívicos, gobiernos autoritarios y campañas anti-derechos que dificultan la organización, la participación y la incidencia política.
María MacGregor, consultora junior en Colectivo Meta
Retos actuales para los movimientos feministas en América Latina
Este contexto nos invita a repensar estrategias. Las organizaciones de la sociedad civil, debemos sostener la creatividad política, encontrar nuevos canales de articulación y crear espacios que nos permitan seguir avanzando sin perder lo que ya hemos logrado. Desde los movimientos feministas, hemos escuchado una preocupación común: la sensación de retroceso; sin embargo, estos retos pueden ser una oportunidad para reconstruir desde la esperanza.
La sostenibilidad financiera como desafío urgente
Uno de los retos que enfrentan estos movimientos feministas es el de la sostenibilidad financiera. Muchas organizaciones feministas están operando al límite con recursos mínimos y bajo mucha presión. A pesar de que enfrentan contextos de violencia estructural, desigualdad y retrocesos democráticos, América Latina y el Caribe no están siendo prioridad para los fondos internacionales. Desde las organizaciones de la sociedad civil, vemos urgente repensar los modelos de financiamiento: necesitamos apoyos flexibles, de largo plazo, que fortalezcan no sólo las agendas temáticas, sino también las estructuras organizativas.
Estrategias narrativas de autocuidado frente a discursos de odio
Por otro lado, nos preocupa el avance de narrativas de odio, como la llamada “ideología de género”, que ha sido usada para atacar derechos fundamentales como el aborto, los derechos LGBTQIA+ y la educación sexual. Esta narrativa se ha extendido por la región para hacer creer que el feminismo es una amenaza para las familias y la infancia. Como organizaciones de la sociedad civil, y movimientos, necesitamos responder con información clara, accesible y en los idiomas de la región, para contrarrestar la desinformación y fortalecer nuestra legitimidad frente a distintos públicos.
A pesar de todo esto, los movimientos feministas siguen teniendo una potencia enorme. La lucha contra la violencia de género ha sido uno de los ejes que nos une, y creemos que la agenda del cuidado puede ser otro punto de encuentro que permita tejer alianzas más amplias. Cuando logramos conectar nuestras agendas con temas clave como la justicia climática o la democracia, se abren nuevas posibilidades de incidencia, incluso en contextos políticos complejos.
Nuevos liderazgos dentro de los movimientos feministas
Otro aspecto a destacar son los nuevos liderazgos que están emergiendo. Las nuevas generaciones están ampliando las luchas feministas desde una mirada más interseccional. Las voces de mujeres afrodescendientes, indígenas, trans y no binarias están ganando espacio, y eso transforma no sólo las agendas, sino también las formas de organizarnos. Claro que hay tensiones, pero también hay un terreno fértil para diálogos más diversos y estrategias más colectivas.
La esperanza como estrategia política de los movimientos feministas
Desde COMETA creemos que uno de los aprendizajes más valiosos de este momento es que no podemos avanzar sin esperanza. Generar narrativas positivas, cuidar nuestros vínculos y sostener espacios de confianza —entre organizaciones, pero también con donantes y aliadas internacionales— es parte de la estrategia. Para nosotras, la resistencia no es sólo aguantar; es también imaginar y construir futuros posibles.
								
															


